Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook y una de las personas más ricas del mundo, es conocido por su preferencia por la privacidad, y sus acciones reflejan esta inclinación incluso durante su tiempo libre. Recientemente, se informó que tomó medidas extraordinarias para mantener un perfil bajo mientras viajaba a bordo de sus lujosos superyates.
Para mantener la discreción de sus movimientos, Zuckerberg hizo que los yates apagaran sus transpondedores de ubicación obligatorios antes de zarpar hacia el Mediterráneo. Esta maniobra garantizó que no se pudiera rastrear la ubicación de los barcos, lo que le permitió disfrutar de su viaje lejos del escrutinio público.
Al llegar a Mallorca, una de las islas más pintorescas de España, su superyate de 300 millones de dólares hizo una impresionante llegada. Su gran tamaño y opulencia se convirtieron en tema de conversación, ya que empequeñecía a todas las demás embarcaciones del puerto deportivo. El yate, un símbolo de extrema riqueza y exclusividad, se destacaba como un palacio flotante en medio de las embarcaciones más pequeñas y modestas que lo rodeaban.
Este incidente no sólo pone de relieve la inclinación de Zuckerberg por la privacidad, sino que también subraya hasta dónde pueden llegar los ultrarricos para asegurar su soledad. Si bien sus métodos pueden suscitar críticas en relación con la transparencia y las leyes marítimas, es evidente que Zuckerberg valora su espacio personal tanto como su influyente papel en el mundo de la tecnología. Para el multimillonario, escapar de la atención constante puede ser tan vital como sus logros profesionales.